COLQUIRI Y EL FANSTASMA DEL NEOLIBERALISMO
Ramiro Fernández Quisbert
El neoliberalismo en Bolivia, así lo prueba el actual conflicto entre mineros asalariados de COMIBOL y los mineros Cooperativistas, esta vivito y coleando. El desmantelamiento de la parafernalia del Capitalismo de Estado se inició con una gran crisis minera y con las medidas de ajuste estructural aplicadas a ultranza por el gobierno de Víctor Paz Estensoro, otrora el nacionalizador de las minas de los barones del estaño, se quiso introducir un nuevo modelo estatal basado en la iniciativa privada, ante el fracaso de la empresa pública.
La relocalización de los más de 20.000 trabajadores de las minas de COMIBOL, a través de la aplicación del D.S. 21060, significó no sólo el cierre de gran parte de los centros mineros del país. sino la expulsión de las familias mineras hacia todas las latitudes del país, pero además, la paralización de los socavones productivos, la pauperización de la tecnología y la enajenación de la misma, que fue robada, vendida a precio de gallina muerta, incluso por los propios trabajadores mineros de cada uno de los campamentos. Los pueblos fantasmas se multiplicaron en Bolivia, en 1985 pudimos ver caer a lo más profundo de la miseria a las minas del país: del norte de Potosí, (Catavi, Siglo XX, Uncía, otras), a las minas del cerro de Potosí, y a las sur (Ánimas, Telamayu, Quechisla y otras), lo propio ocurrió en Oruro con San José y en la Paz con las minas de Caracoles. Ahí quedaron como bastión, en Oruro, Huanuni y en La Paz Colquiri. bajo la figura del Joint venturi.
Lo demás fue abandonado, dejado a su suerte, por las políticas de los gobiernos del MNR, MIR, ADN, Acuerdo patriótico y Megacoalición, cómo una respuesta a este panorama desolador y al igual que cuando se vino abajo la minería de la Plata en la colonia y a principios de la república en 1825, bajo la mirada experta de Pentlan, las minas en un estado calamitoso, fueron trabajadas a destajo, a pequeña escala por “cuenta propistas”, pasando muchos años para que se de una recuperación de la minería. Este el caso similar que se presentó en la década de los 80s, 90s a fines del siglo XX y principios del XXI, en pleno proceso neoliberal, aquellos locatarios sobrevivientes, ahora convertidos en cooperativistas fueron levantando a todo pulmón, la minería del oro y luego la minería del estaño, del wolfran y otros minerales, que fueron innegablemente, mejorando paulatinamente en su cotización internacional, hecho que redundo en la recuperación y el crecimiento del sector minero la reactivación de la gran minería y el fortalecimiento del cooperativismo.
La gran minería y la minería cooperativa, entraron en conflicto por las concesiones, La pelea del cerro Posoconi, entre mineros asalariados y cooperativistas, en el primer año de gobierno del MAS, apenas fue el anunció de tantos otros conflictos que hoy se agudizan y que posiblemente se repitan a lo largo de la geografía de nuestro país que fue premiado por la naturaleza con su riqueza mineralógica. En el tratamiento de estos conflictos, activados por las promesas demagógicas del gobierno y azuzadas por una oposición antinacional, incoherente y cavernaria, hasta hoy no han hecho comprender a los movimientos sociales que las condiciones históricas concretas cambian en las coyunturas, que aparecen otros actores en escena y que las respuestas de ayer no son las respuestas de hoy. En 1952 las masas mineras engrosaron la empresa nacionalizada COMIBOL y como analizaba Ruiz Gonzáles en su libro “la administración empírica de las minas” la llevaron al fracaso, entonces la minería pequeña y las cooperativas eran casi inexistentes, hoy después de 60 años de revolución nacional, por efecto del neoliberalismo salvaje, las cooperativas son un gran sector productivo, un colchón necesario para los propios trabajadores en caso de crisis de los precios de los minerales a nivel internacional. De una vez debemos encarar de frente las verdades de nuestra historia.
La primera verdad, es que los recursos naturales nos pertenecen a todos los habitantes de Bolivia y que nuestra empresa es COMIBOL y la segunda, que hoy por hoy la minería tiene una buena coyuntura internacional en cuanto a precios favorables, pero ellas son verdades a medias, porque no todos los recursos naturales podemos darle valor agregado y valor de cambio, porque no tenemos el suficiente capital para invertir en la explotación minera, así que más allá de la empresa estatal, siempre hay involucradas empresas privadas, nacionales o extranjeras, grandes o pequeñas, individuales o colectivas que en última instancia, trabajan en la minería, pese a las crisis, es el caso de la mediana y pequeña empresa que trabajó en la época de la revolución del 52 y luego se catapulto a un presidente como Sánchez de Lozada, y al igual que hoy, pese al proceso de cambio, no se puede soslayar esa realidad.
El segundo aspecto a esclarecer es que no se puede pretender pensar, que la coyuntura internacional de hoy se mantenga en el tiempo, debemos estar preparados para una y más crisis mineras, lo que significa, que es una locura repetir los errores del 52, permitir que crezca el supernumerario de obreros en la empres estatal, lo que significaría, que cuando el elefante blanco caiga, nuevamente se expulsará mano de obra minera a las ciudades, significándole un alto costo al país, ese es un extremismo barato, sólo imaginable para las locuras de Filemón Escobar que en su senectud no se cansa de equivocarse y equivocarse para joder el país y no para proyectarlo. La reversión del 100 % de las concesiones mineras a la empresa pública es una estupidez propiciada por dirigentes poco esclarecidos y con pasados que no condicen con su manera de actuar en la vida política, como el caso de Solares.
La otra tontera es creer que el sistema cooperativo deba estar, como está, explotando libremente grandes concesiones mineras sin pagar impuestos al estado, habida cuenta, que la idea de asociación colectiva del cooperativismo ha ido paulatinamente abandonando su filosofía, la que indica que es una asociación sin finalidad de lucro, pues internamente estas cooperativas se han ido convirtiendo en autenticas empresas privadas por acciones, casi en sociedades anónimas, donde los titulares incluso ya no trabajan personalmente, sino mantienen mano de obra asalariada que trabajo por ellos, lo que significa, que en cuanto a régimen económico han roto la normativa y deben acogerse a una nueva normativa que fije cuales son los límites de su accionar que redunde tanto en beneficio del Estado, como en su propio beneficio.
En otras palabras, los bolivianos no tenemos otro camino que conciliar, los mineros de Colquiri de ambos sectores, deben ponerse la mano al pecho, reconocer que el fantasma del neoliberalismo les ha dejado una pesada herencia, pero que este sistema mixto, es favorable a largo plazo en ambos casos, la historia de la minería lo ha demostrado así. En periodos de auge, la empresa grande absorbe mano de obra e impulsa a todo el país, pero en caso de crisis, la cooperativa es más dúctil, permite a los trabajadores subsistir, demostrado está, he incluso llegar hasta una economía expectable, lo que se merece también uno cuando hace su esfuerzo y no sólo se dedica al j’uqueo.
Se debe firmar un convenio, donde las reglas sean claras, sobre las concesiones, marcar territorio de explotación, deponer ambiciones y ceder ambos, no pelear por migajas, cuando el pan es tan grande, los que conocemos la provincia Inquisivi, podemos afirmar que esta es una tierra muy rica en minerales y que tarde o temprano se encuentran vetas de alto poder productivo. Ojala prime la paz y la cordura en estos mineros jóvenes que se hallan en las filas de ambos sectores, este es el deseo sincero de un hermano suyo que por azares del destino, hoy usa la palabra y la pluma en su trabajo, en vez del guardatojo y el barreno.
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