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Arch, Fernández |
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Arch. Fernández |
Mis hijos, que son tan burlones como yo, se mofan, cuando les cuento algunos pasajes de mi vida. Es que el teleférico paceño, en sus tres líneas: Rojo, Amarillo y Verde, me traen gratos recuerdos a las minas y desde luego a mi niñez. Allá por los años 70s, en mis viajes de visita a mi padre a la localidad yungueña de Songo, donde trabajaba con la empresa Bartos y vivía en campamentos de calaminas, tuve el privilegio de viajar por los aires yungueños en los andariveles (teleféricos?), los mismos eran utilizados para transportar carga del pie de monte a los campamentos cercanos a los socavones y bueno aveces, transportaban personas, eran como baldes o tazas grandes, que se abrían por debajo para descargar el material que transportaban, para mi que contaba con escasos 7 a 8 años de edad, era una maravilla, mirar desde las alturas el caudaloso río Songo, los puentes colgantes y las primeras plantas de luz eléctrica, pero además de ver arboles frutales y plantas de café que solía chupar como uvas, sin olvidar a los loros, tucanes y pericos que en bandadas volaban metiendo una bulla infernal y las hermosas mariposas coloridas del tamaño de una mano, los chulupis y las iguanas multicolor y las onzas(oso).
Estos últimos días del 2014 repetidas veces me tocó utilizar el teleférico y mis sueños infantiles han vuelto a la memoria, este hermoso transporte, hoy se halla colmado de pasajeros, admirado por propios y extraños, también aveces criticado por los inconformes, este dato en Bolivia no es raro, pues somos tan diversos que vemos la realidad de distintas maneras, lo cierto es que yo les puedo asegurar, que el teleférico existe, y cuando estoy sobrevolando La Paz, me importa un comino, lo que diga el invisible, cada vez más invisible o los políticos llorones y malos perdedores y también los llunk'us sin convicción que un ratito se arriman a cualquier proyecto y luego se distancian lanzando piedras y maldiciones(incluyendo a algunos de mis amigos pro gobierno actual), al fin ya algo madurito puedo decir, que hay que creer en el que hace obra y no en el que sólo ofrece y nunca cumple y aparece infladito en recursos ajenos, y hay que tener la valentía de reconocer la labor de otros, aunque no piensen como uno mismo. La Paz con el teleférico es una maravilla y me siento feliz de ser Chucuta pico verde y parte de este país. Aunque este teleférico haya sido construido por el piloto automático al que invocan los analistas económicos ch'utos de las empresas televisoras, que piensan que los que están al otro lado de la pantalla somos incautos y opas.
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