Un conocido autor de textos de metodología de la investigación social, Pardinas, solía recomendar a los investigadores tener mucho cuidado al analizar los datos y presentar los resultados, evitando entremezclar pasiones personales, creencias mágico religiosas, ideas filosóficas, ideologías y otros, que producen sesgos importantes a la hora de interpretar las realidades sociales, para así tener más próxima a la verdad, ser lo más objetivo posible.
Tarea muy complicada por cierto, que a más de uno le hizo dudar y abrazar corrientes más subjetivistas que objetivistas, y claro esto también se presentó con frecuencia en la interpretación historiográfica, donde se suele debatir, sobre la objetividad y subjetividad del conocimiento histórico, sobre la historia oficial y la historia de los vencidos, dando a significar, que existen diversas formas de interpretar la historia con H, respondiendo a intereses creados, a ideas de poder y del Estado, a la posición frente a los procesos políticos y a los sociales, a propósito de aquello, en nuestro país, Bolivia, las lecturas de la realidad histórica tienen diversos matices interesantes y en la reconstrucción histórica muchos silencios ideológicos. Ya Nathan Wachtel en su historia de los vencidos habla de los silencios españoles al reconstruir la historia de la invasión,
Todorov en sus escritos nos hace reconocer el miedo con el que enfrentó al otro el invasor español, su admiración y a la vez su negación del otro, y así en la historia contemporánea de Bolivia, también se nota esta actitud política e ideológica de los herederos del poder de las clases dominantes y así se reconstruyó la historia. En Bolivia la historia se escribió a espaldas del indio del campo y del cholo urbano, los positivistas de cuño liberales y los anarquistas y marxistas los invisibilizaron o los dejaron en el papel de extras de la película social, este es un dato curioso de la historia, tanto fue así, que los ideólogos liberales fueron fervientes partidarios del darwinismo social y los nacionalistas, anarquistas y marxistas si fueron más amplios en el tema de participación social, no cuestionaron de manera frontal esta línea ideológica y sí tomaron rumbos indigenistas para acercarse a los indios aliados, los utilizaron y como dijera Roger Bartra en el caso mexicano los intermediaron, gracias a procesos de democracia representativa hablaron por ellos, como tutores que hablan a nombre de un niño menor incapaz de saber lo que quiere y falto de derechos ciudadanos, como ventrílocuos, que hablan a nombre del monigote, sin hacerles oler los hedores del poder político, sino desde lejos.
Existen silencios ideológicos en la reconstrucción histórica contemporánea de Bolivia, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) calló o habló en voz muy baja casi imperceptible sobre el papel que tuvieron los indios en el proceso de la revolución boliviana del 52, sobre los sindicatos anarquistas de las zonas rurales de La Paz, a quienes Hertzog combatió con una brutalidad asesina en 1947, al igual que en Cochabamba en Ayopaya, produciendo decenas de afectados, silencio ideológico que compartieron los indigenistas y e incluso los indianistas, hasta hoy en día, precisamente desde esta otra vertiente indianista, nunca se reconoció a los indios anarquistas, precursores de la revolución y reforma agraria, porque en la práctica ellos a lo largo del sexenio, hicieron huelgas de brazos caídos en las haciendas, cobraron la vida de los hacendados, sufrieron brutal represión, masacre, desaparición, cárcel y confinamiento y al final lograron tierra y libertad y en la reconstrucción histórica fueron olvidados e intermediados por líderes nacionalistas entre ellos Fausto Reynaga ideólogo muy reconocido del indianismo en Bolivia.
Silencios ideológicos en la reconstrucción histórica cubren con su manto las traiciones del partido comunistas a la guerrilla del Che en 1967, la persecución a sus militantes para evitar que jóvenes se incorporen al grupo guerrillero en la zona de Ñancahuazu y sobre las directrices del PCUS y de los Maoistas chinos. Me llama la atención hoy ver cómo desde diversas corrientes se trata de disfrazar la historia, con una historiografía interesada y una intelectualidad que utiliza la historia para justificar su accionar político, aun se discursa sobre el socialismo y se discute sobre todos sus líderes históricos y en la practica se fomenta una sociedad de alto consumo capitalista, y en los movimientos indianistas obnubilados por su pasión y la queja como instrumento político de lentos avances, no reconocen a sus propios precursores, por ejemplo, no ponen énfasis en reconstruir la biografía de Fermín Cusicanqui un indio aymara urbano, que fue el principal ideólogo del anarquismo en Bolivia con amplio reconocimiento internacional y que a los escritores de la clase media les cuesta decirlo con claridad y reconocer este hecho, tienen aún un dejo darwinista y se guardan el derecho de ser intelectuales para si desconociendo o disminuyendo la presencia de intelectuales indios en la historia del pensamiento social en Bolivia, pero esa es la verdad el principal líder de la FOL fue un intelectual indio-aymara, esta organización inició el movimiento sindical de los artesanos, floristas, vivanderas y luego indios rurales que se levantaron con fuerza en 1947.
Y el peor de los silencios en la reconstrucción histórica de Bolivia son los referidos a las desapariciones de muchos militantes y no militantes sindicales y de partidos políticos y la clasificación de los archivos del poder que protegen a los culpables de tiempos de dictaduras de la época del "General de Pueblo" René Barrientos Ortuño, del Coronel Hugo Banzer y del General Luis García Meza encabezando la lista de desaparecidos el líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz y tantos y tantos otros, que laceran el alma y que aleja la certidumbre de acercarse a la interpretación de una historia verdadera.
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