Retorno Nº 16
Revista de
Historia y Ciencias Sociales
La Paz, Diciembre
de 2016
LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA
Y LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL
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CEPAAA (Bolivia)
La Paz, Bolivia
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En Bolivia, estamos viviendo una aguda crisis de
identidad en los ámbitos de la educación básica y superior, en palabras de
Piaget (1969), un desequilibrio, producto de nuevas ideas, que todavía aun no aceptamos.
Por un lado, en los programas de formación, siempre
se había transmitido la idea de un Estado unitario, republicano, de un Estado
nación, nos habían enseñado que todos éramos bolivianos (aunque sin mostrarnos
las abismales diferencias entre unos y otros).
Por el otro, en cuanto a la enseñanza de la
historia, nos habían formado en base a una historia
oficial presidencialista-cívica, cronologista y patriótica, donde siempre
se honraban a los próceres criollo-mestizos, considerando a los indígenas,
como parte de nuestro pasado y como parte del Folklore nacional, digno de
exhibirse en los museos, en los eventos culturales internacionales, o a los
lugares arqueológicos (invicibilizando al indio de la vida cotidiana).
Por lo menos eso había hecho el nacionalismo
vigente desde la revolución del 52, con sus distintas variantes, en democracia
y dictadura, replicándose el mismo criterio en las concepciones políticas de
izquierda, que solo hablaba a favor del obrero proletario, minero o fabril,
vaciándole su contenido étnico.
Hoy, por el nuevo proceso político boliviano
y el revisionismo histórico que se da en los hechos, no en la reflexión
teórica, se reconoce la existencia de 36 naciones y más, en un Estado
Plurinacional incluyente y esto está refrendado por el art. 1ero. de la
nueva Constitución Política del Estado (2009), sin duda alguna, este acápite es
muy importante porque reconoce la historia real andino, oriental, amazónico,
Chaco platense, de nuestro país, que incomoda a más de uno, a los funcionarios
del mismo Ministerio de Educación, que aceptan a regañadientes para no perder
el empleo y a los docentes de todo el país, que les obliga a redescubrir
su propia identidad, es sabido que no a pocos, el asumir los conocimientos
occidentales, les había permitido, ascenso social y un proceso de colonización
tan profundo, al grado tal de despreciar lo nuestro y que se habían convertido
en agentes, sine quanun, de la colonización mental de nuestra población, cosa
que aún no cambia y no cambiará en largo tiempo.
La historia de nuestro país, es una historia
pluricultural y multilingüe, así se demuestra en las sociedades de Tiwanaku,
Tawantinsuyo, en el gran Mojos, donde emergieron sociedades multiculturales,
interculturales, situación que se complejizó con la llegada de otras culturas
foráneas.
Este conocimiento de la historia es el
que nos ha negado la escuela clerical y la modernista, donde ha predominado
aquel huayralevismo, del que hablaba Medinaceli y el Bobarysmo del que resentía
Franz Tamayo, frente a ésta situación, ¿cómo encarar hoy, la
enseñanza-aprendizaje de la historia? ¿Qué rol deben cumplir las autoridades,
medios de comunicación, comunidades educativas, docentes y estudiantes?
La historia y la educación
Para qué enseñar historia? se preguntaban los
neopositivistas-neoliberales, constructivistas, operadores de los programas de
reforma educativa impulsada por la UNESCO, en Latinoamérica. “No hay que
mirar el pasado, hay que vivir el presente y mirar hacia adelante”, decía en sus
discursos Gonzalo Sánchez de Lozada, el presidente fugitivo de Bolivia,
“ha llegado el fin de la historia”, nos decía desde la caída del
socialismo real, pragmáticamente Fujuyama (1989), en el fondo de este asunto,
estaba una crítica incisiva a la forma en la que la escuela tradicional
durante décadas había enseñado la historia, que para Joaquin Prats (2012)
es obsoleta y anacrónica, pues los contenidos curriculares de los
programas de historia parten de la idea, de que se enseña historia con fines
patrióticos y cívicos y como una acción, nacionalista, es decir con fines
políticos de conservar el poder.
Para qué sirvió la enseñanza de la historia?,
para recordar y ensalzar a los héroes, a las poderosas elites que hegemonizaron
en el control estructural del Estado. Este tipo de historia, en su momento fue
cuestionada por Marc Boch (1949), y la escuela de los Annales, al igual que el
marxismo y el neomarxismo, que planteó hacer una historia crítica, una
historia total y principalmente, como diría Fontana (1982), una historia
crítica de los poderes hegemónicos y un proyecto social.
En la actualidad hemos logrado comprender que la
historia, es un proceso social que se da en el tiempo y el espacio, por tanto,
todas las sociedades son históricas, con distintos niveles de desarrollo, y sin
embargo, con sus propias visiones de mundo. Todas las sociedades, han
reconstruido su pasado, aunque como dice Fontana (1982), ligados a sus ideas de
poder, generando, una historia oficial. Esta historia oficial que cumple una
función educativa, que induce a respetar el poder del Estado y mantener el statu
quo, rechazando los cambios y transformaciones, bajo una lógica conservadora,
que rehúye al cambio, apoltronada en su cómoda situación, mientras el grueso de
la población enfrenta permanentes calamidades sociales.
Una visión crítica de la historia de nuestros
pueblos, nos ayuda a comprender, que las civilizaciones, las culturas, otras
agrupaciones humanas, tienen su propio sino, su íntimo devenir, su propia cosmogonía,
como solía decir en su Decadencia de
Occidente, Oswald Spengler (1918). Aplicando este criterio a nuestro país,
hablamos de los orígenes y construcción social de las civilizaciones
Inca, Tiwanacota, Mojos y otras culturas Tupi guaraní, que irradian
su esencia a nuestra actual sociedad abigarrada.
Teóricamente se tiene el criterio de que esa
necesidad de los que detentan el poder, de manipular la verdad histórica para
ejercer hegemonía, imponer una cosmovisión y una cultura, a través de los
aparatos ideológicos de Estado, como sostenía, Althousser (1968), es inherente
a todo tipo de sociedades estructuradas en base a una estratificación social,
ya sea de castas, estamentos y/o clases, donde existen sectores dominantes y
subalternos. Esta manipulación de la historia principalmente se hace a través de
las escuelas, los medios de comunicación, la cultura, los hospitales, las
cárceles, según Michael Foulcault (1975), y que en el caso de la educación es mucho más crítica, porque según
Bourdieu (2008), la convierte en una maquinaria de alienación, creando
distancias muy marcadas entre las elites y el pueblo, lo que dio a pensar
Gramsci (1929) en sus reflexiones sobre la cultura, llegando a plantear
que estas brechas o vacíos, generados en un bloque histórico hegemónico, deben
combatirse con la lucha comprometida de los intelectuales orgánicos, no
elitistas, portadores de la masa crítica que interpela al poder para
desarrollar un crítica al sistema impuesto, en este contexto, al sistema
capitalista de principios del siglo XX, vigente aun hoy, bajo sus nuevas
características globalizadoras.
En este contexto, se puede sostener que los aparato
ideológico de los Estados-nación Latinoamericanos y específicamente el
boliviano, se han constituido en el medio por el cual, los colonizadores
españoles lograron, fijar ciertas pautas y conductas, reforzadas por
ingredientes propios del renovado colonialismo occidental de los siglos XIX y
XX, con la hegemonía, francesa, inglesa y norteamericana que se han ido
reproduciendo permanentemente y que aún hoy no se pueden superar, como dice
Dussell (2009), aun la idea hegeliana de una historia universal subsiste, donde
occidente es el sumus, origen y meca
de la cultura, por ello hoy se lanza el planteamiento de iniciar procesos de
descolonización, que no es otra cosa que cuestionar la validez de la
cosmovisión del mundo hegemónico occidental, que pese a quien le pese, aún se
mantiene en nuestros centros educativos, que se traducen en
verdaderos patrones de conducta, es una necesidad imperativa echar luces sobre
estos temas, para nuestra sociedad que no halla certidumbre, en cuanto a
identidad se refiere, pues no existe consenso sobre elementos básicos que toda
sociedad debe tener para construir su unidad interna.
Esta educación colonizadora que dio cuerpo a esta
invasión mental de los colonizados, que se presentó, bajo una lógica
aristotélica, con enseñanza doctrinaria de Santo Tomás de Aquino y San Agustín,
que mediante el trívium y el cuatribium,
lograron establecer los cánones de la enseñanza de la ciencia, las humanidades
y la filosofía, así también la historia, la historia oficial de los vencedores,
recurriendo a su enseñanza por medio de la escuela, el catecismo de la fe
católica, que aún hoy, pese a las reformas educativas implementadas no logramos
superar, en el diseño curricular, la formación docente, y las técnicas y
estrategias de la enseñanza aprendizaje de la historia. Lo que nos invita a
reflexionar sobre ¿Cómo se enseña y aprende la historia en los colegios y qué
nuevas alternativas podemos explorar?
La enseñanza de la Historia
La enseñanza de la historia es una asignatura
pendiente en la agenda educativa de sistema educativo boliviano-plurinacional,
la historia que se enseña en el presente, está anclada en preceptos
decimonónicos, de la historia política, cronologísta y que privilegia los
hechos trascendentes, como las guerras y los conatos militares, no superada ni
en las últimas reformas educativas bajo la ley 1565, y la actual Avelino
Siñani, sufriendo un letargo de décadas, sin cambio alguno.
Frente a este aletargado panorama debemos anteponer
la idea fuerza de que “el estudio de la historia es de vital importancia para
la formación del nuevo ciudadano crítico y creativo que requiere nuestro país”,
para contribuir en el campo de la investigación, la producción de material
audiovisual centrado en los problemas y necesidades de nuestra gente tanto en
el campo, como en las ciudades.
Hay que darle vuelta a la tortilla, y es
necesario pensar, que para construir un individuo seguro de su identidad
debemos trabajar intensamente en su autoestima, tan lastimada, por ese sentido
de inferioridad, porque la población mayoritaria es indígena, esos tristes
criterios lo que han producido es un rechazo y un desclasamiento de gruesos
sectores de las clases medias, que prefieren identificarse con el mundo
occidental, el bobarysmo, del que hablaba Franz Tamayo, sin lograr precisamente
desplegar en su comprensión, para apuntalar el proceso descolonizador, que solo
busca restituir prioridades en las acciones educativas, que supere esa
mentalidad de la pobreza.
La globalización y los medios de
comunicación
Hagamos una revisión de los principales medios,
periódicos, tv abierta, tv cable, redes sociales y comprobaremos que en la
mayoría de ellos la visión de la historia que se difunde, es esa visión
patriotera y cívica, cronologista, occidental. Sin duda alguna, la aldea global
sobre la cual hablara hace tanto tiempo atrás, MacLuhan (1968), hoy es una
realidad, de la mano de las nuevas tecnologías y del derrumbe de los paradigmas
de la modernidad, cada vez más, las redes sociales por la internet y sus
diversos navegadores, nos acercan al mundo, lo que de hecho debía significar,
una occidentalización total de las sociedades en vías de desarrollo,
subdesarrollados o como se los llame de acuerda a las escuelas de pensamiento.
Esta enseñanza se vio extendida por los medios de
comunicación de forma mucho más atractiva, porque hay que reconocer que el
lenguaje de la imagen hoy captura la visión de mundo. Así a través de los
medios de comunicación se crean y recrean realidades que obviamente tienen que
ver con la acción de la vida de los hombres, esta concepción respaldada, por la
preminencia de la guerra fría, que produjo tanto cine ideologizado donde por un
lado, los malos comunistas come niños se querían apropiar de los bienes de los
empresarios, para destruir el paraíso capitalista, y por el otro, los buenos de
la película del mundo libre, defensores de la justicia y la libertad, los
superhéroes, “siempre listos” para salvar el mundo de enemigos potenciales, ya
sean rusos, chinos, latinos, vietnamitas, musulmanes o cubanos.
Ni con la unipolaridad del mundo capitalista, se ha
superado, esa producción cinematográfica y televisiva maniquea, aun en las
grandes producciones de películas de guerra, como solia decir Facundo Cabral
en Hollywood, “hace mucho que
se sigue matando a los vietnamitas, como un acto de terapia colectiva para
mitigar la derrota sufrida en esas tierras”. La influencia de estos poderosos
argumentos del séptimo arte, es innegable, convirtiéndose el cine en el vehículo
que incentiva al sueño americano, capturando las voluntades y subjetividades de
las nuevas generaciones.
Sin embargo, eso no se da en los hechos, aun se
puede sostener, que la identidad, los valores culturales, las pautas y
conductas de los diversos pueblos, no desaparecen del todo, parecen mutar en
cada proceso de arremetida cultural predominante, adaptándose a las nuevas
situaciones, aunque es evidente que se ven afectadas y con riesgo de
desaparecer y a eso coadyuvan de manera directa los medios de comunicación, que
hoy por hoy, han asumido en parte, el rol de educadores de la sociedad civil,
sin embargo, no lo hacen, incumplen sus deberes, el encargo social, su vínculo
al comercio salvaje las convierte en fácil vehículo de la necesidad, la
incultura, los bajos instintos y la lacra social, sustituyendo los valores
positivos del ser humano, en meros remedos de actitudes erróneas
que desvirtúan los valores éticos de niños y jóvenes.
En sí mismos, los medios de comunicación, no son ni
buenos, ni malos, depende de quienes los utilicen y con qué fines. Los
historiadores tenemos la gran oportunidad de hacer uso de estos medios para la
enseñanza de la Historia, y con ello, comenzar a que la historia se enseñe y
aprenda más didácticamente, lo que permitirá devolverle a la enseñanza de
historia y a la historia misma, un lugar estelar en las ramas del conocimiento,
porque la historia preserva la memoria más remota de los pueblos, lo que le
permite a la teoría del conocimiento y a las ciencias sociales e humanidades
tener certidumbres respecto a su identidad, además de coadyuvar, para el diseño
de políticas educativas que preserven el conocimiento y desarrollen estrategias
de investigación para acceder a nuevo conocimiento.
No es necesario hacer profundos análisis sobre la
situación de los medios de comunicación en Bolivia, solo hay que repetir de
perogrullo lo que todos sabemos de sobra, la mayor parte de la Inversión que
ellos hacen, no está dirigida a la educación, sino al entretenimiento, que les
reditúa económicamente, lo que significa, que la producción nacional, de cine,
novelas, comics, dibujos animados, documentales, guiones y otros, no sale de
sus estudios, sino de productores independientes y/o de entes públicos, con
apoyo del Estado o internacional, este es el caso del CONACINE, Ministerios de
Cultura, las universidades, normales y otros, los que hacen Inversión en
producción nacional y en programas educativos, que por lo que se conoce, es muy
escaso, no existen políticas claras de producción de material educativo para la
enseñanza de nada, menos para la enseñanza aprendizaje de la historia.
Es bueno reconocer que existen esfuerzos de grupos,
personas e instituciones, que andan por este camino, así producen para radio:
radionovelas, pastillas, singles y programas de debates, con contenido
histórico, lo propio en la televisión: programas de debate, documentales,
concursos, y en el cine películas. Mencionaremos algún material emblemático
para este objetivo de enseñar la historia crítica, por ejemplo: La
vida de Tupac Katari, radionovela producida por el THOA; Juana
Azurduy y otras radionovelas, del grupo Wallparimachi, Portales
Cochabamba; el programa de diálogo y debate Siglo y Cuarto, dirigido
por Pablo Michael e Identidad y Memoria, dirigido por Mariano Baptista.
El aporte de la Carrera de Historia o la Fundación Cajias, videos documentales,
sobre La historia de Huanuni y
Posokoni, la guerra del gas, y el Alto, dirigida por Magdalena
Cajias y sobre las culturas
prehispánicas dirigida por Ximena Medinaceli; La vida de Bartolina Sisa, producida por la productora Nina
Films; Bolivia siglo XX, la productora de Carlos Mesa y Mario
Espinoza. Como películas que recuperan lo nuestro, como ejemplo podemos hablar
de Amargo Mar dirigida
por Antonio Eguino e Insurgentes de Jorge
Sanjines, su última película sobre Juana
Azurduy y la de Thonchi Antezana Boquerón,
sobre la guerra del Chaco. Algún material interesante, con el que no siempre
cuentan los docentes y no siempre pasan en horario adecuado los canales de
televisión, es lamentable que no se sepa apreciar estos esfuerzos en nuestra
educación primaria, secundaria y universitaria, pero falta más, y eso debe ser
fruto del convencimiento de las autoridades y de los empresarios que
privilegian el centavo y no la formación de sus propios hijos.
Historia, educación y medios de comunicación
Pero es necesario, ligar a los medios de
comunicación, con la educación, específicamente con la enseñanza de la
historia, realizar alianzas estratégicas interinstitucionales para acompañar
los ciclos del currículo educativo, con material educativo relevante, para
superar esta ausencia de material educativo, viéndonos en la necesidad de hacer
lecturas obsoletas y poco relevantes y además inactualiza de acuerdo a las
necesidades educativas presentes. Para encarar estas problemáticas y
necesidades de la enseñanza de la historia es imprescindible partir de los
siguientes presupuestos:
a) Formar grupos
multidisciplinarios que diagnostiquen los problemas y necesidades que se tiene
para transformar la enseñanza de la historia en los colegios y escuelas.
b) Se trabaje en base a
proyectos de investigación de historias locales, de microhistorias,,
donde los estudiantes interactúen con la sociedad civil, que es a la
misma vez la suya propia
c) Coordinar el
proceso de interacción entre especialistas en la materia, docentes
universitarios, docentes de primaria y secundaria, para diseñar y producir
material educativo: cartillas, documentales, radionovelas, videos, teatro, otros.
d) Desarrollar concursos
de niveles, en ensayos, artículos y monografias con contenido histórico
e) Incentivar el
conocimiento con recorridos y viajes a lugares históricos.Este tema tan
interesante abre nuevas posibilidades de recuperación de la memoria histórica
de nuestros pueblos, es por ello que nosotros, seguiremos abordando el tema en
siguientes artículos que profundicen estos temas educativos y las actividades
para llegar a los docentes de ciencias sociales y de historia, en busca de
renovar la enseñanza, aprendizaje de la historia.
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